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Donar médula ósea siendo joven mejora la eficiencia médica y el alcance social de los trasplantes hematopoyéticos


El Cancer Center Clínica Universidad de Navarra celebra más de 1.500 tratamientos sustitutivos de este tipo utilizados para tratar enfermedades como leucemias, linfomas o mieloma múltiple. La mitad de los realizados el año pasado fueron con células procedentes de donantes voluntarios anónimos

Foto del Dr. José Rifón con el equipo de Unidad de Trasplante Hematopoyético en la sede de la Clínica Universidad de Navarra en Pamplona.
El Dr. José Rifón con el equipo de la Unidad Clínica de Trasplante Hematopoyético de la Clínica Universidad de Navarra.

13 de octubre de 2025

Uno de cada dos trasplantes de médula ósea que ha realizado el Cancer Center Clínica Universidad de Navarra (CCUN) en el último año procede de un donante anónimo. Eso se traduce en mayores posibilidades de obtener buenos resultados en pacientes que no tienen un donante familiar compatible porque ofrece mayor compatibilidad entre el donante y el posible receptor.

Este tipo de trasplante –denominado alogénico de donante no emparentado– ha ido en aumento desde que se comenzaran a realizar en la Clínica Universidad de Navarra hace una década. Con motivo del Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes, el Dr. José Rifón, responsable de la Unidad de Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos, ha asegurado que la “donación de células progenitoras hematopoyéticas, obtenidas de la médula ósea o más frecuentemente de la sangre, salva vidas, porque el trasplante va destinado a pacientes sin otra posibilidad de tratamiento frente a enfermedades incompatibles con la vida. Es muy positivo hacerse donante al cumplir la mayoría de edad, porque cuanto más joven se dona, hay más posibilidades de que el trasplante sea exitoso porque las células madre son más sanas y también aumentan las posibilidades de encontrar un donante para cada receptor ya que se alarga el tiempo en el que uno puede ser donante”.

El trasplante de médula ósea es un procedimiento terapéutico que se utiliza para combatir enfermedades neoplásicas o patologías con una alteración en la función de este tejido, como el la leucemia, mieloma múltiple, o determinados linfomas. Su objetivo es restaurar su función para que vuelva a producir células sanguíneas con normalidad. Desde que se puso en marcha el proyecto en 1991, la Clínica Universidad de Navarra ha realizado más de 1.500 trasplantes destinados a sustituir la médula ósea dañada.

Después de una primera valoración clínica, el paciente que necesita un trasplante de médula ósea es asignado a uno de los dos protocolos: trasplante de células propias –autólogo– o trasplante de donante –alogénico–. En ambos casos, las células se procesan en el laboratorio del Área de Terapia Celular antes de ser trasplantadas. El paciente ingresa al menos dos semanas en la Unidad de Trasplante para recibir quimioterapia o radioterapia y, posteriormente, se realiza la transfusión de las células progenitoras. El Dr. Rifón recalca que “el proceso ha mejorado mucho y ha reducido notablemente los efectos secundarios y otras complicaciones. El trabajo interdisciplinar propio del CCUN optimiza las ventajas para cada paciente”.

La buena marcha de esta terapia depende de factores clínicos, como la compatibilidad HLA –grado de similitud entre donante y receptor en las células del sistema inmunológico–, la edad y el estado de salud del paciente.

El trabajo de la Unidad de Terapias Avanzadas y del Área de Terapia Celular está acreditado según los estándares internacionales FACT-JACIE para la realización del trasplante de medula ósea. El objetivo de esta acreditación radica en promover prácticas médicas y de laboratorio de calidad y seguridad durante el proceso.

Opción viable también para niños

La indicación más frecuente para el trasplante en niños es la leucemia linfoblástica aguda, que es el cáncer pediátrico y adolescente más frecuente. Esta enfermedad se caracteriza por la producción rápida e incontrolada de linfocitos, un tipo inmaduro de glóbulos blancos. Su crecimiento excesivo impide la producción normal de células sanguíneas sanas, lo que provoca anemia, sangrados y un alto grado de infecciones.

Según el Dr. Rifón, “los niños suelen responder mejor a los trasplantes y suman tasas de curación y de supervivencia más elevadas que los adultos. No obstante, el proceso es complejo, porque hay que explicarles a ellos y a sus padres que conlleva el dolor o las incomodidades del tratamiento y que se extiende, al menos, durante seis meses”.

Según el Ministerio de Sanidad, el trasplante de médula ósea ha crecido en España un 42% desde 2012. Los trasplantes alogénicos, que provienen de células de donantes sanos, representan el 41.6%. “El trasplante es un tratamiento curativo, pero tiene riesgos y dificultades que hay que asumir. Nuestro objetivo siempre es acompañar a cada paciente muy de cerca durante todo el proceso”, ha afirmado el Dr. Rifón.