Una sanidad integrada, con un paciente único

Marta Villanueva
Directora general de la Fundación IDIS
1 de octubre de 2024
Suena el teléfono de mi despacho. Sobresaltada, retiro los ojos del ordenador (¡no del microscopio!) y rota mi concentración en el diagnóstico, escucho la voz preocupada de mi compañero Óscar, oncólogo. Nuestra paciente Ester es un caso difícil. Ha ido de hospital en hospital con un nuevo tumor. Óscar le ha hecho otra biopsia y querría discutir sus resultados en el próximo comité de tumores. Le tranquiliza saber que nuestro laboratorio de Anatomía Patológica está digitalizado. En caso necesario, podemos consultar de forma inmediata con más expertos, con tan sólo compartir un link del software de mi ordenador con la imagen de la biopsia digitalizada. Eso acelera el proceso, evitando pérdidas de tiempo con el envío de los cristales físicos de las biopsias a otra ciudad o país, y el riesgo de dañarlos o perderlos.
Para ofrecerle todas las opciones terapéuticas posibles a Ester, le haremos un panel de test de biomarcadores diagnósticos y predictivos a su biopsia. Cuantificarlos y decidir si son positivos o no es crucial, ya que una línea de tratamiento innecesaria, aparte de carecer de beneficio, puede resultar tóxica.
Nuestro laboratorio digitalizado cuenta también con algoritmos de inteligencia artificial (IA) que cuantifican diversos biomarcadores de forma más rápida, exacta, precisa y reproducible que un humano, aunque hay una cosa clara: la máquina no es un superhombre y los algoritmos nunca sustituyen al médico. Seré yo, como patólogo, quien use la ayuda de la tecnología, los apruebe o no, y firme el informe que ayude a Óscar a decidir cuáles son las mejores opciones terapéuticas para Ester.
Este es un ejemplo de situaciones reales en los hospitales a día de hoy.
¿Qué es lo primero nos viene a la cabeza ante dos palabras tan manidas como “inteligencia” y “artificial”? ¿Innovación, futuro, ciencia ficción, o amenaza? ¿Cuándo llegará? La IA está presente en todos los ámbitos de nuestra vida y, como todas las tecnologías disruptivas, genera posiciones extremas, muchas desde el desconocimiento o sesgadas por la sobrecarga de información.
La IA forma parte de la medicina desde mediados del siglo XX. Los avances tecnológicos recientes han expandido sus aplicaciones, especialmente en Radiología, Cardiología o Neurología. Pero, ¿qué es la IA y cómo se aplica hoy en campos como la Patología? ¿Cómo me beneficia como paciente?
Veamos antes algunos hechos: la incidencia de cáncer sigue aumentando, el envejecimiento de la población avanza y los procesos diagnósticos son cada vez más complejos para posibilitar el acceso de los pacientes a la medicina personalizada. Todos estos factores contribuyen a aumentar la carga de trabajo de los médicos, cada vez más súper-especializados.
Los patólogos hacemos el diagnóstico en biopsias de muestras de tejido o celulares al microscopio. En la actualidad, estos cristales se pueden digitalizar con un escáner, obteniendo imágenes idénticas a las de un microscopio que se ven en una pantalla de ordenador. Este paso ha abierto las puertas de la especialidad a la “patología digital”, al mundo de los algoritmos y de la IA, la última “revolución de la Anatomía Patológica” (en palabras del Dr. Salto Téllez).
Como hemos visto en el caso de Ester, la digitalización supone una herramienta fundamental para conseguir un flujo de trabajo del laboratorio más eficiente, trazable y reproducible, minimizando errores humanos, y para apoyar la toman de decisiones diagnósticas y terapéuticas más apropiadas y precisas en el menor tiempo.
El futuro también tiene sus límites
Podemos definir la IA como el uso de máquinas para imitar la manera de resolver problemas y la toma de decisiones de los humanos. La mejora de la capacidad de computación, del almacenamiento de datos y de la velocidad de la comunicación por la red han facilitado su desarrollo en Patología. Hoy, todas las formas de IA usadas en medicina están diseñadas para un rango específico y limitado de tareas de apoyo, no de sustitución del médico.
Las formas más avanzadas de IA —las que podrían replicar nuestra manera de razonar o argumentar, o las que podrían sobrepasar a la inteligencia humana— se encuentran todavía en el campo de la ciencia ficción Es decir, cuando hablamos de IA tenemos que diferenciar entre la que existe hoy —“asistiendo” al patólogo en tareas rutinarias de forma más rápida y precisa—, o la futura: una herramienta que sea capaz de extraer de las imágenes información diagnóstica, pronóstica y predictiva más allá de la capacidad de lo que un humano podría llegar a hacer, cómo predecir datos moleculares a partir de imágenes de histología o integrando datos de otras disciplinas, como la genómica, epigenética, datos clínicos, radiología, etc., para predecir el pronóstico del paciente y una terapia individualizada.
Los médicos reconocemos el potencial de la IA para mejorar la eficacia, el diagnóstico y la personalización del tratamiento, pero hemos de considerar otros aspectos, como la privacidad o la introducción de un posible sesgo, que impediría una atención equitativa del paciente. No todo vale, y menos en el campo de la salud.
Para garantizar la seguridad del paciente es importante el control de calidad dentro del marco regulatorio vigente. Las sociedades médicas han de guiar el uso ético de la IA, abogando por la creación de políticas que aseguren un equilibrio entre la seguridad y los derechos del paciente, sin ralentizar la innovación y el acceso a estas nuevas herramientas de soporte. Las instituciones sanitarias han de comprometerse para hacerlo posible, facilitando entre otros puntos el personal adecuado, la infraestructura y el almacenamiento seguro de los datos del paciente.
La atención sanitaria del futuro contará con la IA en campos que todavía son ciencia-ficción. En nuestras manos está controlar en qué condiciones para evitar socavar el juicio clínico y la empatía de los médicos. Los profesionales de la salud tenemos la responsabilidad de aprender las nuevas posibilidades y limitaciones de la IA, con especial énfasis en la seguridad del paciente y en mejorar los resultados de salud para todos ellos, complementando —no reemplazando— la atención médica.
Mientras, pacientes como Ester ya se están beneficiando de la IA. Los avances en la medicina personalizada han permitido que los pacientes puedan optar a diversas opciones terapéuticas acordes con su enfermedad. Los avances tecnológicos de los que disponemos los patólogos han facilitado este paso crucial en una disciplina cada vez más sobrecargada de trabajo y subespecializada.
En mi despacho, compruebo los resultados del algoritmo y descuelgo el teléfono para decirle a Óscar que no hay que esperar al comité de tumores del jueves. Ya he consultado el caso con un compañero experto y he escrito el informe añadiendo los resultados del algoritmo de IA. Podemos empezar el tratamiento.