El pediatra, clave ante el aumento de casos de anorexia y bulimia
Las doctoras Azucena Díez y Covadonga Canga, psiquiatras de la Clínica, han llevado a cabo un trabajo, junto a especialistas del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid y el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, en el que subrayan la importancia de este profesional ante el aumento de trastornos de la conducta alimentaria

Texto: Alfonso Muerza
Fotografía: Manuel Castells
2 de octubre de 2025
Los casos de trastornos de la conducta alimentaria aumentan cada año. Según la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, las cifras que se manejan oscilan entre el 5,5 y el 17,9% en mujeres y entre el 0,6% y el 2,4% en varones. Estos problemas afectan a la persona que los padece, pero también a sus familiares y amigos. Por eso, los especialistas recomiendan estar pendiente de posibles indicios o cambios en la conducta, como restricciones espontáneas de alimentos, aumento del ejercicio físico o intentar comer solo, entre otras acciones.
En este contexto, psiquiatras y pediatras de la Clínica Universidad de Navarra han realizado un trabajo junto a especialistas del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid y el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia que subraya la necesidad de mejorar la prevención y el trabajo multidisciplinar. Este proyecto, que se ha publicado en la revista Anales de Pediatría, destaca el papel clave del pediatra tanto para la detección como para la estabilización inicial.
La Dra. Azucena Díez, directora de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica, explica que “la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón son enfermedades mentales graves que suelen aparecer en la infancia y que conllevan un deterioro significativo de la salud física, psicológica y social”.
La anorexia nerviosa se caracteriza por una restricción de la ingesta alimentaria, lo que conlleva una pérdida de peso que se mantiene por debajo de lo recomendable para la persona, que puede sentir miedo intenso por ganar peso, una distorsión de la imagen corporal y otros síntomas psicopatológicos como estados de tristeza, angustia, irritabilidad o aislamiento social.
Por otro lado, la bulimia nerviosa se caracteriza por episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos en un periodo corto de tiempo. Sin embargo, la persona recurre posteriormente a los vómitos o consumo de laxantes para evitar el aumento de peso.
17-18
años es la edad a la que suelen manifestarse, en la fase de transición entre adolescente y adulto joven.10
veces más frecuente en mujeres, aproximadamente.
Por último, el trastorno por atracón lo padecen las personas a las que comer les proporciona calma y tranquilidad, pero después de ese atracón sienten el efecto contrario en forma de ansiedad o angustia. Es habitual que en este grupo de pacientes se encuentren personas con sobrepeso.
Según la Dra. Díez, “hemos detectado un incremento notable de trastornos alimentarios después de la pandemia del COVID-19. Eso nos ha llevado a analizar la situación y a concluir que la intervención del pediatra es muy importante como agente de prevención, detección precoz, evaluación y acompañamiento”. La Dra. Covadonga Canga, psiquiatra de la Clínica, añade que, si este profesional “detecta un posible caso, debe actuar de forma inmediata para estabilizar al paciente mientras se accede a la atención especializada”.
Detectar cambios de hábitos
Para una correcta alimentación, es necesario dar preferencia a los productos frescos y disminuir los ultraprocesados. En lo que respecta a los trastornos, para prevenirlos, los investigadores destacan la importancia de evitar dietas restrictivas, ayunos o pérdidas de peso sin control médico. Asimismo, es importante fomentar los hábitos saludables entre los que se encuentran las comidas familiares o una relación positiva con la imagen corporal.
Por otro lado, los especialistas recomiendan estar alerta y sospechar en caso de que se detecte la aparición de síntomas somáticos como dolor abdominal, mareos, amenorrea –ausencia de la menstruación en una mujer en edad fértil– o cualquier conducta alimentaria inusual. Por ejemplo, según la Dra. Pilar de Castro, entre los síntomas para sospechar que una persona padece bulimia se encuentra el restringir crecientemente alimentos grasos o con altos contenidos en hidratos de carbono, la tendencia a prolongar el tiempo dedicado a comer hasta quedarse sola y deshacerse con facilidad de la comida o ir al baño al terminar para provocarse el vómito que, generalmente, se enmascara con ruido para disimular. Además, es importante sospechar ante una pérdida de peso significativa no reconocida, excusada o minimizada.
En ese caso, es importante pedir ayuda médica cuanto antes y compartir con el profesional la mayor información posible.

Las doctoras Covadonga Canga (izq.) y Azucena Díez (dcha.) han sido las precursoras del estudio.
Más frecuente en mujeres
Aunque los trastornos por conductas alimentarias pueden afectar a personas de ambos sexos, estas patologías son más frecuentes en mujeres. La Dra. Azucena Díez especifica que trastornos como la bulimia “suelen manifestarse en edades próximas a los 17 o 18 años, y en la fase de transición entre adolescente y adulto joven cuando todavía se está construyendo la autoestima de una persona”.
La Dra. Díez afirma que “entre los factores de riesgo para desarrollar estos trastornos destacan el sexo –son aproximadamente 10 veces más frecuentes en mujeres– y la edad joven. Además, hay otras características individuales, familiares y culturales relacionadas con la comida y el cuerpo como la predisposición genética, los rasgos de inseguridad o la idea social generalizada de que la mujer debe tener una determinada figura.