Dra. Almudena Beltrán: “Ahora que vivimos más, tenemos que aprender a vivir mejor”
Vivir más años brinda la oportunidad de disfrutar de una vida plena, pero también implica un mayor riesgo de enfrentar problemas de salud crónicos. En esta entrevista, la Dra. Beltrán, experta en chequeos, comparte las claves para mantenernos en óptimas condiciones a medida que envejecemos

Texto: Laura Lasa
Fotografía: José Juan Rico
1 de octubre de 2024
Si nos sentimos bien, ¿realmente es necesario ir al médico o hacernos revisiones periódicas?
Es curioso, pero sí. La ausencia de dolor o malestar no siempre es un reflejo de estar completamente sano. La prevención es clave para vivir mejor, y acudir a una revisión cuando nos sentimos bien es justamente el mejor momento para hacerlo. Es una oportunidad para adelantarte y detectar problemas silenciosos que podrían estar ahí sin que lo sepas. Además, no se trata solo de evitar enfermedades, sino de aprender a cuidarnos mejor, recibir consejos que quizá nunca habríamos considerado y mejorar nuestra calidad de vida. La salud es también un equilibrio que vale la pena cuidar.
¿Ha cambiado la forma en que la gente cuida su salud?
Sí, y mucho. Antes, solo algunos profesionales a los que se les exigía estar en óptimas condiciones se hacían revisiones regularmente. La mayoría solo iba al médico cuando algo no iba bien. Pero las cosas han cambiado. Cada vez más personas están tomando conciencia de que no hay que esperar a sentirse mal para prestar atención a su salud. Sin embargo, este cambio también ha traído consigo mucha desinformación.
¿De qué forma está surgiendo esta desinformación?
Hoy en día, tenemos acceso a tanta información que a veces genera confusión. En general, todos aspiramos a llevar un estilo de vida saludable, pero ¿cuál es la mejor manera de conseguirlo? Aunque sabemos que una buena dieta, ejercicio, descanso y no fumar son esenciales, la salud es personal. Lo que funciona para uno puede no ser adecuado para otro. Esto lleva a que muchos sigan tendencias sin cuestionarse si son beneficiosas, como el consumo de suplementos. O, por ejemplo, en el caso de alguien con artrosis de rodilla, es clave adaptar las caminatas a su condición. La personalización es fundamental, y el médico, como "coach" de salud puede guiar a cada persona según sus necesidades.
Entonces, ¿deberíamos pasar de la preocupación general a una atención más personalizada?
Absolutamente. Es lo que necesitamos. La gente ya no quiere saber solo si está bien, sino qué puede hacer para estar aún mejor. Este cambio es muy positivo. Fortalece el vínculo entre el médico y el paciente y nos desafía a los profesionales a ofrecer un nivel de atención más profundo, a mirar a cada persona de manera única. Porque cada cuerpo, cada historia, es distinta. Es un enfoque que beneficia a todos.

¿Cómo podemos fomentar que las personas tomen un rol más activo en su salud?
Motivar a las personas empieza por hacerles ver que pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia en su vida. Por ejemplo, perder solo un 5% de peso puede cambiar por completo cómo te sientes y reducir un montón de riesgos.
¿Quiere decir que es algo real, tangible?
Sí, así es. Lo importante es mostrar con claridad cómo esos pequeños pasos pueden tener un impacto enorme en el bienestar. Si las personas entienden el porqué y el cómo de lo que están haciendo, la motivación aparece sola. Y no hay nada más gratificante que ver a alguien mejorar, poco a poco, y darse cuenta de lo bien que puede llegar a sentirse.
¿Y qué pasa con quienes han seguido rutinas poco saludables durante mucho tiempo? ¿Es posible revertir estos hábitos a medida que envejecemos?
Por supuesto, nunca es tarde para mejorar tu salud. Dejar hábitos como el tabaco trae mejoras inmediatas, sin importar cuánto tiempo se haya fumado. Ahora que vivimos más, tenemos que aprender a vivir mejor. Aunque no tengamos la misma energía a los 70 que a los 40, aún podemos disfrutar de una buena calidad de vida. Siempre hay margen para sentirse mejor, sin importar la edad.
¿Cómo podemos saber qué pautas adoptar?
Una excelente forma de empezar, sobre todo a partir de los 40, es haciéndonos un chequeo médico. Estas revisiones nos dan una imagen clara de cómo estamos realmente, más allá de cómo nos sentimos. Nos ayudan a identificar factores de riesgo que quizá no veíamos venir y nos permiten diseñar un plan personalizado para mantenernos en óptimas condiciones.
Una vez que tenemos esa foto de situación con los resultados actuales, ¿cómo debería ser el plan de seguimiento posterior?
El seguimiento tiene que ser algo muy personalizado, adaptado a lo que descubrimos en ese primer chequeo. Por ejemplo, si tu prueba de esfuerzo salió normal, probablemente no necesites repetirla en cada revisión. Pero si detectamos algo como el colesterol elevado, podríamos necesitar un seguimiento más frecuente para controlar esa condición. El plan se ajusta a lo que realmente va a marcar la diferencia en tu salud. Es un acompañamiento constante, pero siempre con sentido.
Y en todo este proceso, ¿qué papel juegan las nuevas tecnologías?
Las nuevas tecnologías están cambiando por completo cómo cuidamos nuestra salud. La telemedicina y las aplicaciones permiten un seguimiento casi en tiempo real con los médicos, sin importar la ubicación. Además, la inteligencia artificial nos está llevando hacia el desarrollo de algoritmos predictivos y personalizados para cada paciente. Imagina que, en lugar de revisiones generales, podamos crear un plan de salud hecho a tu medida, basado en tus datos y en factores específicos para ti. Aunque no podamos predecir al cien por cien si vas a desarrollar un cáncer, con la genética y otras herramientas podemos identificar si tienes un riesgo mayor y actuar antes. Esto facilita intervenciones más efectivas que pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida.
Ahora que mencionas la genética: ¿hasta qué punto podemos luchar contra ella?
La genética puede señalarnos ciertos riesgos, pero no define nuestro futuro. Es como si nos diera una advertencia, pero no el guion completo. Lo esencial es recordar que siempre tenemos el poder de tomar las riendas de nuestra salud, sin importar lo que heredemos. No se trata de luchar contra nuestra genética, sino de usar lo que tenemos como un punto de partida para mejorar y mantener nuestra salud. La clave está en enfocarnos en lo que podemos hacer hoy para crear un futuro lleno de bienestar y vitalidad.