Deborah y un cáncer de mama en la semana 33 de embarazo
Deborah Gurrea tiene 34 años y vive en Arnedo (La Rioja) junto con su marido y sus dos hijos. El 7 de agosto de 2023 entró por la puerta de Urgencias de la Clínica Universidad de Navarra embarazada de 33 semanas y con un bulto sospechoso en el pecho. Desde entonces, su historia le ha hecho recorrer muchos de los pasillos de este hospital, cuyos profesionales se han convertido en parte de su familia

Texto: María Marcos Graziati
Fotografía: Manuel Castells
1 de junio de 2024
Segundo embarazo. Todo va bien. Dos personas esperan con alegría al próximo miembro de su actual familia de tres. En tales circunstancias, nadie cuenta con el revés de un cáncer. Así empieza la historia de Deborah. Y también la de José, su marido, que no ha dejado de acompañarla ni un minuto desde que tuvieron que embarcarse en este arduo camino.
A principios del mes de agosto se percatan de que algo no va bien. Hay un bulto en el pecho que molesta y no dudan en hacer el viaje de hora y cuarto que les separa de la Clínica Universidad de Navarra. No es la primera vez, pero dos años y medio antes eran otros motivos más alegres los que les traían hasta aquí: el nacimiento de su primera hija.
Lunes por la tarde. Toma de contacto. El Servicio de Urgencias de la Clínica evalúa la situación y en la exploración detectan una masa de unos dos centímetros en el cuadrante superior externo de la mama derecha. Es hora de comenzar el recorrido hacia el diagnóstico y la primera parada es el Área de Patología Mamaria. “Todo fue muy rápido. Me hicieron una mamografía y una biopsia para poder confirmar qué me pasaba”, explica Deborah. Siete días después de haber acudido a Urgencias, el Servicio de Anatomía Patológica confirma sus peores temores: carcinoma infiltrante grado 3 triple negativo.

La Dra. Marta Santisteban con Marcos en brazos, junto a Deborah y a Elena Navarcorena, enfermera de Oncología Médica.
Entra un nuevo jugador en el campo. La Dra. Marta Santisteban, especialista en Oncología Médica, recibe en consulta a Deborah. “Que te digan que tienes cáncer ya es un palo, pero estando embarazada, aterroriza”. El tumor avanza rápido y por sus características biológicas es muy agresivo. Hay que actuar. Semana 34 de embarazo y primera sesión de quimioterapia.
Finales de agosto. El siguiente jugador salta del banquillo. La Dra. Miriam Turiel, especialista en Ginecología y Obstetricia con dedicación preferencial a los embarazos de riesgo, se pone manos a la obra. Tenemos dos pacientes a los que cuidar y toca tomar decisiones complicadas. ¿Seguimos adelante con el embarazo y la quimioterapia, o provocamos el parto antes de continuar con el tratamiento?
La Dra. Mónica Riaza, responsable de la UCI Pediátrica y Neonatal de la Clínica en Pamplona, estudia el caso en coordinación con las doctoras Turiel y Santisteban para ofrecer el mejor abordaje en el caso de Deborah. “Se juntaron y, en una misma consulta, nos explicaron todos los posibles riesgos y cómo se actuaría en cada escenario. Eso te da una tranquilidad increíble. Se me quedaron grabadas sus palabras: ‘no te preocupes, que tanto tú como Marcos vais a estar bien’”.
DEBORAH GURREA
Paciente
7 de septiembre. Se induce el parto en la semana 36 y, con la ayuda de Inés Marco, matrona de la Clínica, nace un precioso niño sano que se llama Marcos. Todo ha ido bien. Deborah y José respiran. “Al día siguiente vinieron a verme las doctoras, pero ya sabían cómo había ido todo, porque habían estado pendientes desde sus casas aquella noche. Eso me impactó mucho”.
Llega el momento de atacar duro al cáncer. Deborah continúa con las sesiones de quimioterapia neoadyuvante —terapia que se aplica para reducir el tamaño del tumor antes de la cirugía—. Pero surgen complicaciones añadidas. “Tenía problemas digestivos que empeoraron con la quimioterapia y me provocaban colitis constantemente. Al final, me produjeron una fisura y el Dr. Carlos Sánchez Justicia, de Cirugía General, tuvo que realizarme una esfinterotomía de urgencia. Después me derivaron a Digestivo, donde me atendió la Dra. Susana de la Riva para intentar controlar las colitis.”
“Aquel momento fue muy duro; me encontraba fatal y ni siquiera podía darle el biberón a mi hijo recién nacido o cogerle en brazos. Pero la Dra. Santisteban cambió la periodicidad de las sesiones de quimio para que fuera más llevadero. La verdad es que es increíble el cariño con el que se ha dedicado a mí; a cada problema que surgía, ella investigaba, levantaba el teléfono en ese mismo instante para hablar con compañeros de otros departamentos y agilizar todo”, recuerda Deborah.
Principios de noviembre. Las ecografías de control muestran que ha habido una respuesta completa al tratamiento: no queda enfermedad en la mama. “Estaba muy contenta por las buenas noticias y por poder descansar durante las Navidades; pero en diciembre empecé a tener dolor otra vez y a notar de nuevo un bulto en el pecho”.
DEBORAH GURREA
Paciente
Empieza un nuevo año y, con él, una nueva lucha. “El 4 de enero me hicieron una resonancia mamaria y se vio que aún quedaba enfermedad residual. Cinco días después, cuando la Dra. Natalia Rodríguez-Spiteri me operó, vieron que, al parar la quimio, el tumor había crecido de nuevo. Fue un palo muy grande, porque había que dar otros tres meses de tratamiento combinado con la radioterapia —de la que se encargó la Dra. Marta Gimeno—, y mi cuerpo ya venía cansado de todo lo anterior. Pero la Dra. Santisteban me dijo algo que no olvidaré nunca: ‘el 50% de la curación es mental: que tú tengas fuerza y seas positiva’. Así que dije: ‘ya está, hay que seguir luchando’”.

Deborah, junto a su marido y su hijo, con parte del equipo de profesionales que le han atendido en la Clínica.
Deborah, su marido y todo el equipo de la Clínica se ponen manos a la obra. Cada uno desempeña un papel, pero todos son fundamentales para que las cosas avancen. “Al retomar el tratamiento, reaparecieron las colitis y me derivaron al Dr. José Luis de Pozo, director del Servicio de Infecciosas, que logró controlar las bacterias con nuevos antibióticos. Gracias a él conseguí encontrarme mejor que en meses”.
Ahora, esta riojana empieza a ver la luz al final de túnel. Con la ayuda de su familia y de un buen puñado de profesionales de la Clínica, ha superado la etapa más difícil. El tratamiento para su cáncer de mama ha terminado, aunque todavía visita el hospital de vez en cuando, trayendo siempre consigo su positividad. “Por muy difícil que se ponga la vida, con la mente fuerte y rodeada de buenos profesionales, se sale. Solo tengo palabras de agradecimiento para la Clínica: a las enfermeras y auxiliares del Hospital de Día y del Laboratorio, a las matronas y a todos los médicos que me han ayudado y siguen preguntándome cómo estoy y cómo está mi hijo Marcos. Aquí me siento como en casa”.