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Comer no es solo comer, es cultura


El Dr. José Manuel Moreno, director Departamento de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra

Dr. José Manuel Moreno Villares

Director del Departamento de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra

28 de mayo de 2025

Los platos, las recetas o la distribución de los comensales en la mesa reflejan el grupo humano al que pertenecemos: el medio natural, la economía, el clima, las tradiciones y costumbres, incluso la filosofía y las creencias propias de cada hogar. 

La comida y la cocina definen una cultura, aunque la forma de alimentarnos está viva y se somete a los cambios sociales, por eso es un fenómeno social, diferenciador e identificador. 

Como destaca Emilio Martínez de Victoria, catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada y experto en bases de datos de composición de alimentos, “la alimentación es más que una actividad meramente biológica, nutricional o natural: es un acto cultural complejo, creador de un lenguaje cargado de símbolos, capaz de mantener sentimientos y actitudes. Es una manera más de comunicarnos”. 

Comer nutre el cuerpo y el alma. Hacerlo con atención nos permite reconectar con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

Somos los únicos animales que cocinamos y compartimos la comida en convivencia. Una mesa fomenta los lazos de pertenencia, empezando por la propia familia. La amistad tiene mucho que ver con compartir la mesa en casa. En un mundo cada vez más fragmentado, redescubrir este centro de reunión fortalece nuestra salud emocional y relacional. Comer juntos mejora la comunicación, fomenta la empatía y ayuda a reducir el estrés.

Como destaca Francisco Grande Covián, reconocido médico e investigador español y fundador de la Sociedad Española de Nutrición, “el hombre, en primer lugar, quiso comer para sobrevivir; luego quiso comer bien e incorporó la gastronomía a su mundo cultural. Ahora, además, quiere comer salud”.  

En una sociedad obsesionada con la imagen y el control, es necesario recuperar una ética del comer. La alimentación no debe regirse por estándares estéticos impuestos, sino por el conocimiento y la libertad. Eso significa encontrar un equilibrio entre el placer y la salud, sin caer en la autocomplacencia ni en la restricción excesiva. 

Comer no es solo comer. Es un acto de encuentro, de educación, de cuidado y de libertad. Rescatar la dimensión humana y social de la comida es un desafío en nuestro tiempo y una oportunidad para vivir mejor, con más salud y con mayor plenitud.