El ‘Síndrome de Raquelstein’ y cómo evitarlo

Dra. Andrea San Martín
Jefa del Servicio de Cirugía Plástica y Reparadora del Hospital Universitario de Navarra
2 de octubre de 2025
Siendo estudiante de Medicina, allá por el año 2000, en mi primera pasantía como alumna de la Universidad de Navarra, hice mis prácticas en el Servicio de Cirugía Plástica y, desde entonces, ya no pensé en dedicarme a otra cosa.
La Cirugía Plástica es una especialidad muy bonita y desconocida. En 1957, Gaspare Tagliacozzi, uno de los pioneros de esta disciplina, la definió como: “Especialidad de la cirugía centrada en restaurar, reconstruir o mejorar la forma y función del cuerpo humano. Así como devolver la funcionalidad y la estética a las partes del cuerpo afectadas por traumatismos, defectos congénitos o enfermedades”.
Nuestro trabajo consiste en, como me escribió un día una paciente: “Gracias por hacerme sentir mejor”. Y de eso va esta especialidad.
En esta línea intento desarrollar mi actividad, pero hay veces que debemos bajar a la tierra. Contaré el caso de Raquel, una paciente de 36 años con cáncer de mama.
La conocí durante un pase de planta después de someterse a una reconstrucción de pecho. Era su cuarta intervención, ya que anteriormente había tenido varios intentos de reconstrucción fallida y, por fin, todo había salido bien. Al verla en la cama de hospitalización le dije:
- ¡Oye, qué bien te ha quedado, qué simétrico en cuanto a forma y volumen con el otro lado!
A lo que ella me contestó:
- ¡Sí! ¡Por fin! ¡Mis amigas ya me llaman Raquelstein! Jajaja…
Y entonces me fijé en las cicatrices que había sobre su cuerpo. Me hizo pensar que algo no estaba bien. ¿Cómo es posible que a esta chica le digan Raquelstein? Igual nos hemos empeñado en conseguir un resultado muy “simétrico” cuando, tal vez, el peaje a pagar era demasiado alto y no era necesario…
Desde entonces me planteo muchas cosas respecto a mi especialidad, cómo ha cambiado con los años, cómo parece que todo debe estar perfecto a cualquier precio, impulsado todo esto desde redes sociales, en una sociedad que quiere inmediatez y con una baja tolerancia a la frustración.
Hacerse una rinoplastia para tener un mejor aspecto está totalmente justificado si, además, conseguimos una buena ventilación y nos hace sentir mejor. Pero no hagamos narices imposibles, diminutas, por las que no pasa el aire… ¡Que la nariz es para respirar, no para “guapas”! Ponerse prótesis mamarias no es comprarse un pantalón que, si no me queda bien, me compro otra talla… ¡¡¡ Y así para todo!!!
Aquí es cuando debemos pararnos a pensar, escuchar a nuestras pacientes, entender qué es lo que esperan conseguir y, desde nuestra profesionalidad y experiencia, ver si eso es posible y si quedará algún tipo de secuela. Siempre, todo esto, con una garantía de seguridad para ellas.
Nuestro trabajo es cuidar a nuestros pacientes para hacerles sentir mejor.