En las fronteras de la vida y de los mapas
UCI vs Pacientes internacionales María del Mar Sarasa, supervisora de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica en Pamplona, y Álvaro Perlado, responsable de la Oficina Pacientes Internacionales en Madrid y del proyecto de desarrollo en África y Oriente Medio, se encuentran para conversar sobre sus respectivos trabajos

María del Mar Sarasa
Supervisora de la Unidad de Cuidados Intensivos

Álvaro Perlado
Oficina de Pacientes Internacionales
Texto: Miguel García San Emeterio
Fotografía: Manuel Castells
1 de octubre de 2024
La atención a los pacientes internacionales y la atención en la Unidad de Cuidados Intensivos cruzan límites temporales, geográficos o de cuidados. Hasta donde haga falta por cuidar la vida.
Álvaro Perlado: ¿Cómo son las camas de la UCI?
Marimar Sarasa: Hacen terapia respiratoria, pesan, movilizan a los pacientes y tienen una alarma si el paciente sale de la cama. Todos los boxes de la UCI tienen la cama, el respirador, el monitor y un mínimo de tres a seis perfusores, además de un carro de equipamiento básico. Tenemos cuatro boxes con baño y dos más grandes, con presión negativa para pacientes críticos en aislamiento aéreo.
AP: Pienso ahora en pacientes a los que hemos animado a venir a la Clínica y que han pasado por estas habitaciones después de una cirugía.
MMS: Sí, muchos pacientes pasan por aquí después de una cirugía. Son habitualmente ingresos cortos para controlar que todo está bien y vigilar cualquier complicación. En la UCI cuidamos a los pacientes, pero antes tienen que llegar a la Clínica, ¿cómo les tratáis vosotros?
AP: En Madrid tenemos unos dos mil pacientes internacionales al año: vienen de Latinoamérica, de otros países europeos y, también, de África y Oriente Medio. Nuestra oficina les ayuda cuando piden ser atendidos en la Clínica: tratamos de explicar por qué merece la pena que les cuidemos aquí, gestionamos los presupuestos, ayudamos con las aseguradoras internacionales, coordinamos las citas y, en función de su idioma y entorno cultural, les acompañamos por el hospital. Con estos pacientes, a veces nos encontramos –según su origen– con algunas dificultades culturales.
MMS: Sí, a veces necesitamos saber más. Nos pueden obligar a plantearnos cuestiones como el tipo de dieta, la asistencia religiosa, la normativa del horario de visitas… Y ahí también tenemos que atender al paciente. Recuerdo el fallecimiento de un paciente musulmán: facilitamos que sus hijas pudieran practicar un rito funerario a las seis de la mañana. No conocíamos ese tipo de atención hasta ese momento, pero siempre podemos adaptarnos y, todavía mejor, adelantarnos a sus necesidades.
MMS: ¿Tu trabajo te tiene siempre en Madrid o también viajas por otros países?
AP: Hay que viajar. Yo me encargo también de que más personas conozcan la Clínica en África y en Oriente Medio. Son países cuyos pacientes internacionales suelen acceder a hospitales en la India, Turquía, Estados Unidos u otros países europeos, pero no se plantean España –y la Clínica– como un destino para acceder a tratamientos médicos. Nuestra misión es viajar allí y trabajar con todas las personas e instituciones que puedan ayudarnos a acercar pacientes a la Clínica. Tenemos la ventaja de que España gusta: siempre ha sido un país muy atractivo al que viajar. Así que también se trata de que asocien a nuestro país con la medicina de alta complejidad, de primer nivel.

AP: Y para una supervisora de la UCI, ¿cuáles son las preocupaciones del día a día?
MMS: Mi labor fundamental es la dirección de un equipo de unas 70 personas entre enfermeras y auxiliares, la gestión de camas, el control de equipamientos y la relación con los departamentos médicos. Además, sí o sí, paso todos los días a ver a los pacientes e intento también saludar a sus familias. Conmigo trabaja Rosana Goñi, enfermera de práctica avanzada, responsable de docencia e investigación y de la práctica basada en la evidencia: en la UCI, como en todo el hospital, aseguramos que nuestra atención se basa en una evidencia demostrada, con protocolos y guías clínicas actualizadas, etc.
AP: En la UCI veis todo tipo de pacientes, de diferentes especialidades.
MMS: Nuestra UCI es muy polivalente. Llegan muchos pacientes después del quirófano: neurocirugía, cirugías cardíacas, torácicas o vasculares. Además, en Navarra tenemos la unidad de trasplante de riñón, hígado y corazón. Y, luego, hay pacientes que se han complicado en planta: por una insuficiencia respiratoria, por una sepsis, politraumatizados, por hemorragias... Además, colaboramos con el Servicio Navarro de Salud, así que nos pueden derivar pacientes del Hospital Universitario de Navarra ante cualquier necesidad.
AP: ¿Y cómo te organizas?
MMS: Cuando llego por las mañanas, lo primero que hago es pasar por los pacientes y saber si ha habido algún imprevisto a lo largo de la noche. Con la información, puedo prever ya posibles altas, que contrasto con los ingresos previstos de quirófano, y así puedo calcular la ocupación del día. A las 9:00 h acudo a la sesión clínica con el Departamento de Anestesia, donde se revisa cada paciente y se decide junto con la enfermera responsable las posibles altas y los objetivos que nos planteamos ese día para tratarlo.
MMS: ¿Cómo habláis de nuestra forma de atender al paciente en otros países?
AP: Contamos el modelo asistencial de la Clínica, basado en los tres pilares de asistencia, docencia e investigación, eso interesa mucho. Explicamos que somos el hospital de la Universidad de Navarra, que seguimos el modelo de hospital académico de universidades estadounidenses. Y subrayamos dos características más que llaman la atención: la exclusividad de nuestros especialistas, que solo trabajan aquí; y que somos un hospital sin ánimo de lucro, por lo que todos los excedentes económicos revierten en mejorar la actividad.
AP: En el trato con la familia y con el paciente, ¿cuáles son tus retos o qué dificultades te encuentras?
MMS: En la UCI puedes atender mucho a la familia del paciente, y es algo que estamos potenciando. Las familias agradecen la preocupación, porque en estas circunstancias pueden quedar olvidados, ya que el paciente crítico absorbe muchísimo. Si una persona les pregunta qué tal están, si necesitan algo, si se les ha informado bien…. El duelo por el ingreso será más suave. Incluso cuando los pacientes se van a planta, procuro pasar a verles.
De nuevo, estas situaciones las vivimos también con los pacientes internacionales, ¿tendremos que prepararnos también para estas familias porque cada vez vendrán de más países?
AP: Desde luego. Es una gran oportunidad para la Clínica. Debemos adaptar muchos procesos a otras culturas, cubrir más necesidades de los pacientes. La realidad es que hay muchas personas, por todo el mundo, a las que nos gustaría curar ofreciéndoles el mejor servicio médico.