Universidad de Navarra

Dr. José Ignacio Bilbao: “Explorar, innovar y buscar soluciones es algo que me engancha”


Apasionado del arte románico, del Camino de Santiago y de la lectura, José Ignacio Bilbao trabajó durante 40 años en la Clínica Universidad de Navarra y contribuyó significativamente al desarrollo de la Radiología Intervencionista en España y Europa. Conversamos con él sobre una vida dedicada a revolucionar el tratamiento de los pacientes

Dr. José Ignacio Bilbao.
Dr. José Ignacio Bilbao.

Texto: Laura Lasa

Fotografía: Manuel Castells

1 de junio de 2024

Usted se decidió por la Radiología Intervencionista cuando aún era un campo incipiente y en gran parte desconocido. ¿Por qué?

Yo estudié Medicina, probablemente, porque estaba de moda el famoso doctor Gannon y aquellas series me influenciaron un poco. Recuerdo que durante los años de carrera me impresionó mucho la explicación de una placa de tórax. Me cautivaron las líneas y los volúmenes, y supe que la Radiología era lo mío; pero me faltaba la interacción con los pacientes. Siendo residente, la Clínica me envió a Houston. Allí descubrí que podía combinar conocimientos de imagen, habilidades quirúrgicas y mucho estudio para ofrecer un enfoque completamente nuevo en la atención al paciente.

¿Cómo describiría esta especialidad? 

Suelo decir que la Radiología Intervencionista es la Radiología en color. Es como si pudieras ver todo en una escala cromática completa, captando realmente lo que está sucediendo. Además, es parte de un enfoque más amplio, que abarca lo que llamamos terapias mínimamente invasivas. 

El Congo es el tercer país del mundo con mayor número de casos de drepanocitosis, solo por detrás de India y Nigeria.

El Congo es el tercer país del mundo con mayor número de casos de drepanocitosis, solo por detrás de India y Nigeria.

En los años 80, cuando todo el mundo empezaba a trabajar en Radiología Intervencionista, usted ya tenía producción científica. Fue algo pionero a nivel mundial. ¿Cómo sucedió?

Sin pacientes no hay medicina. Recuerdo especialmente un caso en particular: un paciente con hepatocarcinoma, un cáncer primario de hígado, para el cual no teníamos un enfoque claro de tratamiento. Decidimos entonces viajar a Japón para aprender de los principales expertos de la época. Siempre he tenido el impulso de explorar, es algo que me engancha. Buscar, innovar y luchar por encontrar soluciones.

La combinación del trabajo asistencial, la investigación y la docencia fueron los motores que impulsaron los avances posteriores. Muchos situaron a nuestra Clínica en una posición pionera a nivel europeo, como sucedió con la técnica de quimioembolización hepática, el shunt porto-cava percutáneo, la conexión percutánea de vasos sanguíneos o la radioembolización.

¿Qué beneficios trajeron estas nuevas formas de hacer para el paciente?

Bueno, la investigación es como una chispa que enciende el motor. Hay que estar siempre alerta, porque el trabajo no solo genera soluciones, sino también problemas y nuevas preguntas. Por eso he pasado mucho tiempo en el quirófano experimental y, créeme, no lo he abandonado. Nunca. Es muy importante saber buscar fondos para seguir explorando y respondiendo preguntas, una y otra vez. En España, y en concreto en nuestra especialidad, nos cuesta, pero hay que romper barreras y fronteras. 

¿Por ejemplo?

Nosotros nos queríamos comer el mundo y si no se entendía mi “buen” inglés era su problema, ¿no? 

“La investigación es como una chispa que enciende el motor. Hay que estar siempre alerta, porque el trabajo no solo genera soluciones, sino también problemas y nuevas preguntas”

DR. BILBAO

Parece que la innovación es inherente a la Radiología Intervencionista. ¿Hacia dónde se dirige?

Estamos viendo un horizonte lleno de posibilidades, siempre bajo el criterio de “actuar localmente y pensar globalmente”. La combinación de tratamientos tumorales con la inmunoterapia, pero también otros desafíos en países menos desarrollados, como son las hemorragias agudas post-parto. La Radiología Intervencionista no solo es una técnica curativa sino también paliativa, útil en el manejo del dolor y otras complicaciones. Además, con la modelización, la impresión en 3D y la robótica, estamos entrando en un territorio nuevo donde podremos prever y llevar a cabo procedimientos con una alta precisión, sin margen de error, independientemente de nuestras habilidades o de las emociones que podamos sentir en ese momento.

¿Qué consejo daría a los jóvenes que empiezan ahora Radiología Intervencionista?

Les diría que los conocimientos en imagen radiológica son esenciales, pero sin esa conexión cercana con el paciente es algo muy vacío. Es crucial manejar bien el tiempo. Tiempo para uno mismo y para los tuyos, para el trabajo, para estudiar y, por supuesto, para estar con los pacientes.

Además, es clave tener en cuenta la globalidad del enfermo, entender que nuestras herramientas y tratamientos son solo una parte de un todo más grande. Y, sobre todo, tiempo para escuchar. Saber escuchar y saber percibir es básico.

¿Es algo que quizá también le ha enseñado su faceta de profesor en la Universidad de Navarra?

Sí. Con el paso de los años he aprendido que, además de explorar nuevos horizontes, es igual de importante dar soporte y transmitir conceptos básicos a los jóvenes. Todo se basa en el respeto mutuo. Desde el respeto surge la comprensión, y de la comprensión, la transmisión de conocimientos.

En la Clínica, durante 40 años, hemos tenido residentes de diversas partes de España y Sudamérica, además de los de nuestro programa formativo, y con todos ellos he aprendido muchísimo, al igual que espero haberles transmitido algo de mi experiencia.

Recientemente ha publicado un trabajo en la revista 'CardioVascular and Interventional Radiology', fruto de una tesis doctoral que ha co-dirigido en la Universidad de Kinshasa, en la República Democrática del Congo. ¿En qué consiste?

Todo comenzó gracias a Cissé Mbongo, un anestesista de la Clínica. Él tenía un amigo, Jacques Aimé Bazeboso, que estaba interesado en implementar la Radiología Intervencionista en su país. En 2015, mi mujer, Beatriz, y yo nos fuimos a Monkole para ofrecer charlas sobre ello. Nos dimos cuenta de la escasez de tecnología para tratar a los pacientes, así que nos enfocamos en identificar los principales problemas de salud y explicar a los médicos cómo podrían ser tratados. Allí nos dimos cuenta de la importancia de la drepanocitosis, una enfermedad hereditaria que causa anemia y otros problemas graves de salud y que, desafortunadamente, es una de las principales causas de mortalidad infantil en África Subsahariana.

Jacques Aimé Bazeboso, primero por la derecha, impulsor del estudio en el hospital de Monkole.

Jacques Aimé Bazeboso, primero por la derecha, impulsor del estudio en el hospital de Monkole. 

Sembrar para el futuro.

Eso es. Poco después, en 2017, volví con Cissé, pieza clave del proyecto, y fue entonces cuando logramos introducir la técnica de embolización esplénica parcial en pacientes ya perfectamente analizados y estudiados por personal de Monkole. Fue como diseñar un tratamiento novedoso y adaptado a cada paciente, usando tecnología básica y muy accesible. Hemos estado siguiendo de cerca a esos pacientes y, hace un año, recopilamos todos los datos y resultados para la tesis. Y al mismo tiempo, les explicamos cómo podrían realizar embolizaciones para tratar obstrucciones vasculares pélvicas en mujeres, por el gran problema de las hemorragias postparto, que generan una alta mortalidad materna.

Ha contribuido significativamente en la introducción de la Radiología Intervencionista en el África Subsahariana. ¿Cómo describiría la situación actual allí?

El estudio realizado en Kinshasa ha puesto en marcha un tratamiento novedoso en la región, altamente eficaz y asequible. Pero no se trata solo de eso. Todos los médicos y estudiantes involucrados en la tesis son conscientes de esto. No es un proyecto terminado; más bien, tiene un recorrido muy largo por delante. Además, está teniendo un impacto significativo en la promoción de la tecnología en Kinshasa, ya que ahora han empezado a trabajar con equipos más modernos.

Los grandes cambios no se hacen de un día para otro, ¿no?

Son procesos largos, muy largos. Tienes que hacer, aportar, buscar colaboración y consejo, y esforzarte para que las cosas avancen.

El trabajo en Kinshasa, sin duda, es el broche de oro a su carrera, considerando que se ha jubilado recientemente. Después de tantos logros, ¿qué es lo que más valora?

En lo profesional, me quedo con el desafío permanente y la satisfacción que genera no dejar de avanzar. Y en lo personal, con una familia unida de tres hijos y cinco nietos. Con nuestras excursiones a Aralar, la montaña, y esos días de esquí o playa que quedan grabados en la memoria.