Manuel Pina: “En Uganda ves directamente cómo tus resultados afectan al paciente”
En 2024, cuando aún era residente, el Dr. Manuel Pina viajó hasta Uganda para vivir una experiencia que cambió su visión de la Microbiología, especialidad en la que se estaba formando

Texto: María Marcos Graziati
Fotografía: Manuel Castells
19 de junio de 2025
Dos meses y medio en Uganda dan para mucho. Manuel Pina, microbiólogo de la Clínica, lo sabe muy bien. El año pasado, cuando todavía era residente, tuvo la oportunidad de viajar hasta este país de África para montar de cero un laboratorio enfocado al diagnóstico de las infecciones del tracto urinario. Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, nos cuenta cómo fue esta experiencia para él.
¿Cómo surgió la oportunidad de participar en la creación de un laboratorio de bacteriología en Uganda?
La oportunidad llegó a través de los doctores Carlos Chaccour y José Luis del Pozo. Ellos habían rotado en el Holy Family Virika Hospital, que está en Fort Portal (Uganda), muy cerca de la frontera con la República Democrática del Congo. Allí vieron que el centro tenía una serie de problemas y, entre ellos, el diagnóstico de las infecciones de orina. Así que se les ocurrió proponer a un residente, que en este caso fui yo, y a una adjunta, que fue Marta Rúa, para ir allí a rotar y ayudar a montar el laboratorio de bacteriología, los cultivos de placas y el cultivo bacteriológico, e intentar diagnosticar mejor las infecciones de orina. Al final, el objetivo era, principalmente, mejorar la capacidad diagnóstica en un entorno con recursos muy limitados.
Cuando te uniste a esta iniciativa aún eras residente. ¿Cómo influyó este proyecto en tu formación y qué aprendizajes te aportó en esta etapa clave de tu carrera?
A nivel formativo, consolidé mis conocimientos en Microbiología, adaptándolos a contextos muy distintos a los habituales. Pude aprender mucho sobre enfermedades tropicales, como la malaria o ciertos parásitos intestinales, que es algo que aquí no se suele ver. Y todo esto me ayudó también a mejorar en el diagnóstico. Además, el montar desde cero un laboratorio me dio la oportunidad de trabajar mucho la parte de preparación de protocolos, montaje de equipos, calidad…
Rotar en hospitales diferentes al tuyo siempre es una experiencia muy enriquecedora. Ver cómo trabajan en otros lugares, cómo se pueden hacer las cosas de distinta forma e intentar ver cuál es la mejor. Aprendí a ser resolutivo, a priorizar y a valorar la importancia del trabajo en equipo multidisciplinar. Como residente, salir de mi zona de confort y enfrentarme a realidades sanitarias tan diferentes me ayudó a crecer tanto profesional como personalmente.

DR. MANUEL PINA
Especialista en Microbiología
¿Cuáles fueron los principales retos a la hora de implementar un laboratorio en un entorno con recursos limitados y cómo los afrontasteis?
Fue el principal choque de realidad. Sales de aquí con una idea en tu cabeza, Íbamos con todo preparado, pero lo primero que nos encontramos fue que la toma de corriente no daba suficiente potencia para uno de los equipos. Incluso tuvimos que llamar a un electricista para hacer una derivación del cableado, porque no conseguíamos que llegara la potencia necesaria.
Luego estaban los cortes de electricidad, que eran constantes. Al principio, en la estación seca, pasaba una vez por semana. Pero cuando me quedé solo, empezaron las tormentas y los cortes de luz eran continuos. Eso puede dañar cualquier equipo si no tienes una batería o una fuente de alimentación estable. Aquí colocas un equipo y todo funciona. Allí no. Lo que aquí te puede llevar unos días, allí nos llevó más de un mes.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar mano a mano con profesionales sanitarios locales? ¿Qué aprendizajes te llevaste de ellos y qué impacto crees que tuvo vuestra labor en la comunidad?
Fue una experiencia muy buena. Nos sentimos superacogidos e hicimos muy buenas relaciones. A día de hoy sigo en contacto con muchos de ellos y, si se diera la oportunidad, volvería encantado, incluso aunque fuera a título personal.
En cuanto al aprendizaje, me impresionó su agudeza visual, especialmente en el diagnóstico de la malaria. Aprendí un montón. También aprendí de la capacidad que tienen para optimizar al máximo los pocos recursos de los que disponen.
Y creo que nosotros aportamos, sobre todo, en el cultivo de bacterias, la identificación de la morfología de colonias, poder hacer algo de antibiogramas... Aunque no era nada que no supieran ya, simplemente les ayudamos a implementarlo.
¿Qué diferencias encontraste en la prevalencia y el manejo de estas infecciones en Uganda en comparación con España?
La diferencia de recursos es enorme, y esto hace que el diagnóstico esté muy limitado y dificulte conocer el alcance real de estas enfermedades. Por ejemplo, aquí nos preocupan las bacterias multirresistentes; sin embargo, allí no pueden ni medir eso, porque no tienen forma de diagnosticarlo. La malaria y la tuberculosis sí están bien diagnosticadas; tienen incluso equipos donados por la Fundación Gates. Pero otras infecciones son difíciles de establecer por falta de diagnóstico. Y, además, al ser un hospital privado, muchos pacientes no podían asumir el coste de las pruebas.
A nivel personal y profesional, ¿cómo ha influido esta experiencia en tu visión de la Microbiología y en tu trayectoria como especialista?
Desde que empecé la residencia, siempre tuve claro que quería hacer una rotación para aprender sobre enfermedades tropicales y, si era en África subsahariana, mejor. Esta experiencia que viví me reafirma en mi decisión. Repetiría sin duda.
Me ha ayudado a aprender sobre enfermedades tropicales, pero también sobre gestión de laboratorio, protocolos, uso eficiente de recursos... Y me hizo más consciente del impacto que podemos tener como microbiólogos, porque allí ves directamente cómo tus resultados afectan al paciente. Ver el impacto directo de un diagnóstico microbiológico correcto en la vida de un paciente, en un entorno con tantas dificultades, fue muy motivador. Esta experiencia marcó mi camino profesional, reforzando mi vocación por trabajar en proyectos con impacto social.
Para futuros residentes o especialistas interesados en proyectos similares, ¿qué consejos les darías y qué aspectos crees que son esenciales para el éxito de este tipo de iniciativas?
Los animaría sin dudar. Es una experiencia muy bonita. Comparado con una rotación, por ejemplo, en Barcelona, donde aprenderías mejores técnicas y contarías con más recursos, creo que esta experiencia te da algo distinto, más difícil de medir, pero muy valioso. Y no lo veo como un acto de caridad, sino como un intercambio real. Me llevé mucho más de lo que pude aportar. No había ducha, ni cocina, ni lavadora... Pero la calidad humana de la gente que conocí allí lo compensa todo. Fue una experiencia que llevaré conmigo toda la vida.