En primera persona

Dra. Elena Panizo: "Queremos que, a pesar del tratamiento, los niños puedan disfrutar de su infancia"


El Área de Cáncer Pediátrico del CCUN se caracteriza tanto por su excelencia médica como por la calidez humana que ofrece a los pacientes. Una combinación de profesionalidad y empatía que se refleja en la complicidad entre la Dra. Panizo y la enfermera Marta Díaz

Imagen de la Dra. Elena Panizo. Clínica Universidad de Navarra
Tras especializarse en Hematología, la Dra. Elena Panizo realizó un segundo MIR en Pediatría. 

Texto: Fran Sánchez Becerril

Fotografía: José Juan Rico

13 de febrero de 2025

La Dra. Elena Panizo siempre tuvo claro su propósito: dedicarse a la Oncología infantil. Mientras estudiaba medicina en la Universidad de Navarra, ya soñaba con marcar la diferencia en este campo. Su vocación la llevó inicialmente a especializarse en Hematología, pero en la práctica clínica la mayoría de pacientes acabaron siendo adultos. Fue durante una baja maternal cuando decidió dar un giro a su carrera y realizar un segundo MIR en Pediatría. Dos especialidades que define como complementarias y que aportan mucho entre sí. Tras años de esfuerzo, ampliar su formación en diversos hospitales y una tesis que refleja su profundo compromiso con la investigación, hoy coordina el Área de Cáncer Pediátrico del Cancer Center Clínica Univesidad de Navarra (CCUN). Reconocida por su calidez humana y voz afable y formal, la Dra. Panizo combina sensibilidad y conocimiento técnico en su dedicación a los más pequeños.

Han pasado 25 años desde que comenzase la carrera, ¿cómo han evolucionado los tratamientos en Oncología Pediátrica?

El mayor conocimiento genético y molecular de los tumores ha sido clave para personalizar los tratamientos. Ahora no tratamos a todos los pacientes de la misma manera, sino que buscamos adaptarnos lo máximo posible a cada caso, lo que ha mejorado significativamente la tasa de supervivencia y ha reducido las secuelas. Otro aspecto fundamental ha sido la organización de la Oncología Pediátrica dentro de sociedades científicas. Dado que el cáncer pediátrico es una enfermedad poco prevalente, es imprescindible que trabajemos de manera colaborativa.

La medicina, tradicionalmente, se centra en el tratamiento físico, pero el CCUN también tiene especial cuidado con ser un lugar amable para los niños, ¿por qué es importante para su tratamiento?

Es fundamental. No debemos olvidar que, ante todo, son niños. Niños a los que sometemos a tratamientos que a veces duelen y que pueden sentarles mal; por lo que es importante dirigir su atención hacia cosas más agradables. Los niños tienen que seguir siendo niños y nuestro objetivo es que, incluso durante el tratamiento, puedan disfrutar de su infancia.

Intentamos que venir al hospital sea lo menos traumático posible con nuestra atención y, además, por ejemplo, pueden seguir cohetes que les indican el camino hacia el tratamiento, y en algunas áreas tienen figuras decorativas que hacen el entorno más amigable.

Silueta de la Dra. Elena Panizo
“El mayor conocimiento genético y molecular de los tumores ha sido clave para personalizar los tratamientos. Ahora no tratamos a todos los pacientes de la misma manera, sino que buscamos adaptarnos lo máximo posible a cada caso, lo que ha mejorado significativamente la tasa de supervivencia y ha reducido las secuelas”

DRA. ELENA PANIZO
Coordinadora del Área de Cáncer Pediátrico del CCUN

¿Y es posible hacer a todas las edades que se sigan sintiendo niños?

Dependerá mucho de la edad. Con los niños más pequeñitos conseguimos que lo vivan como un juego. Para ellos, venir al hospital significa jugar: uno dice que viene a la lavadora, otro al espacio… Los casos de preadolescentes y adolescentes son algo diferentes, ya que suelen madurar antes por la enfermedad, pero intentamos que sigan siéndolo participando en actividades, como el baloncesto o la terapia con perros. 

Uno de los tratamientos más innovadores es la protonterapia, que llegó al CCUN en 2020. ¿Qué supuso su aterrizaje a España?

Que los niños de España, y también muchos extranjeros que vienen aquí, tengan un acceso más sencillo a la mejor radioterapia disponible en la actualidad.

¿Cómo recuerda el primer paciente pediátrico de protonterapia?

Fue Ahinara y fue todo un reto. El primer desafío fue la logística: era plena pandemia, la niña de 6 años venía de Ecuador, había recibido quimioterapia en Pamplona y organizar todo para que recibiera el tratamiento en Madrid fue complicado. Y el tratamiento en sí fue un aprendizaje para todos. Aunque el equipo de Radioterapia se había formado en unidades internacionales, el día a día era aprender juntos, porque era una técnica nueva en España. 

A pesar de todo, Ahinara y su padre nos lo pusieron increíblemente fácil. Han pasado 5 años y está en una situación excelente y quiere ser médico. Es algo que nos llena de orgullo, porque significa que no solo hemos ayudado a curarla, sino que además le hemos dejado huella.

Más allá de los protones, ¿recuerda con especial cariño a algún otro paciente que haya pasado por su Área?

Todos los pacientes se te quedan grabados en mayor o menor medida, pero los que más son los que se van. Y eso también es bonito, porque creo que te ayuda a querer seguir mejorando. Hay que recordar que el 80% de los niños se curan en España, pero que hay un 20% que se quedan por el camino y que por ellos hay que seguir mejorando todo: infraestructura, tratamientos, soporte, cuidados, cuidados paliativos…

Médicos y enfermeras junto a un paciente pediátrico preparándose para el tratamiento de protonterapia. Clínica Universidad de Navarra

¿Qué les diría a unos padres cuyo hijo ha recibido un diagnóstico oncológico?

Que tuvieran paz, que nadie se merece esto, que es injusto, pero que son afortunados de estar en un país en el que la Oncología Pediátrica está muy bien estructurada, tanto en hospitales públicos como en privados. Cuentan con profesionales maravillosos a nivel nacional que van a hacer lo imposible por sacar adelante a su hijo. Que la esperanza es lo último que se pierde, que hay que estar dispuestos a luchar y, sobre todo, que tenemos más papeletas de que las cosas salgan bien. 

¿Qué consejo les daría a los jóvenes médicos interesados en la Oncología Pediátrica?

Que se lancen, porque es maravillosa, aunque muy dura. Los que nos dedicamos a la Oncología Pediátrica tenemos algo diferencial y si tienen el gusanillo, es por algo. Que trabajen, estudien mucho y cuiden la parte humana. También les animaría a rotar por Cuidados Paliativos. La gran mayoría de los niños se van a curar, pero hay un pequeño porcentaje al que solo vas a poder acompañar, y es tan importante o casi más.

Imagen de Marta Díaz, enfermera. Clínica Universidad de Navarra
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