“He ido a las sesiones de Protonterapia como si fuera a un spa”
María del Carmen Rocha fue ejecutiva de finanzas en Perú y ahora es coach vital. Un cáncer de mama le rompió las cuentas en abril de 2022. Tras tres meses de tratamiento, acaba de tocar la campana en la Unidad de Protonterapia de la Clínica. En su decisión de volar con absoluta confianza hasta Madrid para afrontar la terapia sumaron muchos puntos la calidad técnica, el prestigio médico y la buena fama del trato humano personalizado

Texto: Álvaro Sánchez León
Fotografía: José Juan Rico
1 de marzo de 2023
Dos de enero de 2023. Feliz año nuevo. Feliz final de esta fase del tratamiento. Última sesión de Protonterapia, consulta, revisión y campana.
“Me llamo María del Carmen Rocha. Soy peruana. En abril de 2022 me detectaron un cáncer de mama. En ese momento, la noticia fue un shock muy potente para mí. Yo tenía un estilo de vida muy saludable, pero esta enfermedad le puede tocar a cualquiera.
Decidí operarme lo antes posible, y lo hice en mi país. Inmediatamente, comencé allí las sesiones de quimioterapia. Desde el principio tenía claro que quería hacer la radioterapia fuera porque, desde mi modesto punto de vista, es una terapia más personalizada donde influye mucho la parte técnica: tanto el aparato que se utiliza, como la experiencia de los médicos que hacen la planificación.
Me puse a investigar cuáles eran las mejores opciones. Descubrí, por ejemplo, la fototerapia, que es una forma de radioterapia avanzada con menos impacto expansivo y menos agresiva para el organismo. Entonces reduje mucho el universo de posibilidades. Después centré mi análisis en otro factor que me parecía clave para mi decisión definitiva: la calidad humana del servicio sanitario al que me iba a someter.
Siendo una paciente internacional y teniendo que viajar sola para afrontar esta terapia, para mí era muy importante contar con ese soporte. La reputación que acompaña a la Clínica Universidad de Navarra fue determinante. Hablé con personas que estaban relacionadas con la Clínica y puse rumbo hacia Madrid.

La Campana de los Valientes, un símbolo para los pacientes que terminan el tratamiento.
Ahora que estoy llegando casi al término de mi tratamiento debo decir que no me equivoqué. Que tanto la parte técnica, esencial, como la dimensión humana han sido estupendas. Me he sentido muy acompañada y apoyada en todo momento”.
En unos instantes, María del Carmen tocará la campana que avisa al mundo entero de que ha terminado una etapa dura, pero que ha merecido la pena. Desde que en noviembre se sometió a las últimas rondas de quimioterapia hasta ahora, han pasado muchas horas intensas.
“El tratamiento que he recibido en la Clínica Universidad de Navarra ha sido muy distinto al que podría haber recibido en otros hospitales. A veces hay centros sanitarios donde se deshumaniza la atención a los pacientes. En algunos, incluso, los enfermos se consideran casi una unidad de producción...
Aquí me he sentido un ser humano con nombre y apellidos en todo momento. He notado cómo yo era yo, con un diagnóstico y un tratamiento personalizado y ajustado a mis necesidades. Me he encontrado con un equipo técnico muy animado. Sentir esa energía positiva del “sí, se puede” y “te estamos acompañando” me ha venido estupendamente. Cada sesión de protonterapia ha sido como una visita al espacio.
Desde el principio me mentalicé repitiéndome que no venía a hacer quimioterapia o radioterapia, sino que iba a un spa en el que tenía que relajarme, porque estaba muy bien acompañada”.

María del Carmen antes de iniciar una de sus sesiones de protonterapia.
Amigos para toda la vida
¿Ha merecido la pena el esfuerzo de venir de fuera, vivir en Madrid y estar aquí sin el apoyo de la familia durante el tratamiento?
Responde María del Carmen sin tregua para meditar la respuesta: “Sí. Es cierto que he echado de menos a mi familia y a mi red de soporte. Sin embargo, he contado con otras compensaciones. Además, Madrid es una ciudad muy bella y me ha ofrecido la oportunidad de disfrutar de muchos descansos mentales: museos, un parque lindo… Cambiar de sintonía durante el tratamiento ha sido muy importante.
También he contado con la complicidad y el respaldo de otros pacientes de la Clínica, con quienes he hecho amistades que creo que se van a mantener a lo largo del tiempo”.
Solo quedan unas horas para que suene el badajo de la esperanza. La campana será la mejor alarma de un avance importante en la lucha contra la enfermedad. Se le nota en los ojos en tintineo de la felicidad, aunque también perviven en su rostro las sombras del dolor.
MARÍA DEL CARMEN ROCHA
Paciente de la Unidad de Protonterapia
“En estos meses he aprendido muchas cosas sobre el cáncer y sobre tratamientos diversos. He podido hablar con el médico para informarme con precisión. Hacer preguntas y obtener respuestas ha sido algo fundamental en este camino. Entender qué sucede, cómo se aborda la patología, cómo funciona y progresa la técnica o cuáles son los protocolos y las alternativas te empodera para afrontar mejor esta enfermedad”.
Ha aprendido, por ejemplo, “que la protonterapia previene el efecto expansivo y los desencadenantes secundarios de la radioterapia convencional. Mi padre padeció efectos secundarios en el pulmón y encontrar el abordaje más directo era una cuestión que para mí no tenía precio”.


María del Carmen junto al Dr. Javier Aristu.
MARÍA DEL CARMEN ROCHA
Paciente de la Unidad de Protonterapia
“¿Cómo hago que el cáncer me haga mejor?”
Pausa. María del Carmen recuerda aquella primavera de 2022 que para ella fue un invierno oscuro. “Cuando te dicen que tienes cáncer eres consciente de que se produce una pérdida en todo tu ser. Y eso debe ser procesado personalmente a través de un duelo. No sirve de nada encubrir la realidad con placebos. Hay un momento en el que decides afrontar la verdad intentando que redefina tu vida para bien: ¿Cómo hago que este cáncer me haga mejor? ¿Qué quiero cambiar aprovechando la oportunidad? ¿Qué quiero mantener a cualquier precio? En ese momento me encuentro ahora. Si me preguntas si tengo todas las respuestas, te contestaré que no, que todavía no, que estoy en ese proceso tratando de abrazar la oportunidad”.
María del Carmen ha vuelto a casa “con mucha ilusión y con planes profesionales”. Fue ejecutiva de finanzas, y antes de que apareciera el cáncer dio un cambio drástico en su carrera hasta convertirse en coach de vida.
¿Ahora serás coach con más conocimiento de causa?
Hay muchas cosas que he aprendido en este proceso. Una de ellas es cómo se acompaña a una persona en una situación similar, que no tiene por qué ser una enfermedad, pero sí una cierta pérdida que requiere un duelo y una redefinición. Hay bastantes cuestiones que se pueden descubrir en este camino y que me gustaría poner al servicio de los demás.
Por ejemplo, María del Carmen ha descubierto recetas fundamentales para el coaching en la relación médico-paciente. “Hay muchos estudios que demuestran hasta qué punto el trato del médico influye en el éxito del tratamiento. Un acompañamiento cercano y el aliento de mensajes positivos que den esperanza ayudan bastante”.
¿Cómo puede ayudar la coach que también es paciente a otros pacientes que reciben en sus vidas la noticia de un cáncer?
Aconsejo a todas las personas que reciben la noticia de que padecen un cáncer que hagan un trabajo introspectivo para entender por qué ha llegado una enfermedad a sus vidas y cómo puede convertirse eso en un trampolín para ser mejor persona.
Si hay voluntad, irán encontrando respuestas durante el trayecto. Las respuestas serán muy diferentes para cada uno, pero la actitud puede abrir un arcoíris que dé sentido a una realidad implacable.

